Encuadre antiespecista
Posted: June 3rd, 2020 | Author: Lauredal | Filed under: General | Comments Off on Encuadre antiespecistaEn este artículo recopilaremos y traduciremos al castellano, de una forma reducida y simplificada, todos los vídeos de la serie Anti-Speciesist Framing de Challenge Speciesism, que exploran de forma crítica las diversas formas en las que les activistas por la liberación animal presentamos nuestro mensaje. A menudo, sin darnos cuenta, encuadramos nuestro discurso dentro de un marco antropocentrista y especista que contribuye a legitimar la opresión de los animales no humanos.
Empecemos por lo básico: ¿a qué nos referimos con “encuadre”? Para el tema que nos atañe, simplemente se trata de la forma en la que presentamos nuestro mensaje. Un mismo mensaje se puede presentar de formas distintas, lo que condicionará la forma en la que se perciba. Pongamos un par de ejemplos no relacionados con la justicia social:
Ejemplo nº1. Imagina un anuncio de un producto que afirme que dicho producto funciona el 90% de las veces. Compara esta afirmación con “el producto falla el 10% de las veces”. La información es la misma, pero es percibida de una forma mucho más positiva en el primer caso, ya que destaca las veces en las que el producto funciona con éxito, en lugar de destacar las ocasiones en las que falla.
Ejemplo nº2. Imagina que unes psicólogues hacen un experimento en el que proyectan a dos grupos de personas el mismo vídeo de un accidente automovilístico. A continuación, al primer grupo le preguntan “¿a qué velocidad iban los coches cuando entraron en contacto?”, mientras que al segundo le preguntan “¿a qué velocidad iban los coches cuando se estrellaron?”. Debido al uso de la palabra “estrellarse”, les participantes del segundo grupo probablemente responderán con velocidades mucho más altas.
Encuadre no antropocentrista
En su ensayo Boycott Veganism, Wayne Hsuing examina los diferentes encuadres utilizados en el debate en torno a la prohibición del foie gras en Chicago. Por un lado, el alcalde de la ciudad, Richard Daley, opinaba que la idea de prohibirlo era ridícula, ya que interferiría con los derechos de les consumidores. Por otro lado, les activistas que abogaban por la prohibición se centraban en mostrar las consecuencias negativas que el foie gras implica para los animales no humanos que se explotan para conseguirlo. En el primer caso el encuadre utilizado era antropocentrista, ya que presentaba el problema como un asunto de libertad individual. En el segundo caso, el encuadre, por el contrario, situaba en el centro del discurso el sufrimiento y la explotación que la industria del foie gras somete a ciertos animales no humanos. Por tanto, el debate enfrentaba, a grandes rasgos, dos encuadres muy diferentes:
- Encuadre antropocentrista: no puedes decirle a les demás lo que pueden comer y lo que no.
- Encuadre no antropocentrista: el problema no es lo que comes, es a quién te comes. Los animales no humanos no son comida.
Según Hsuing, el debate se reducía a una cuestión de encuadre. Dependía de si se percibía la cuestión desde el punto de vista de los seres humanos o de los no humanos. Dentro de un encuadre antropocentrista, las personas humanas cuyo supuesto derecho a comer lo que quieran es transgredido se convierten en víctimas. Por este motivo, es importante promover un encuadre no antropocentrista que sitúe en el centro del discurso a las víctimas del especismo.
Go vegan / Hazte vegane
Antes de examinar si el eslogan “go vegan/hazte vegane” parte de un encuadre antropocentrista, es importante intentar definir lo que es el veganismo.
Aunque nuestro primer instinto pueda ser centrarnos en lo que el veganismo significa para nosotres, es más importante pensar en lo que el público general piensa cuando se le insta a “hacerse vegane”. Como activistas, pensamos en el veganismo como un posicionamiento ético. Sin embargo, la mayor parte de la población piensa en el veganismo como una elección personal en cuanto a su dieta. Cierto estudio afirma que el 97% de les adultes estadounidenses está de acuerdo con la frase “comer animales [no humanos] o ser vegetariane son elecciones personales, y nadie tiene derecho a decirme lo que tengo que hacer”. La realidad con la que tenemos que lidiar es que la mayoría de la población cree que el veganismo es una opción personal.
Cuando el veganismo es percibido como una dieta, el eslogan “go vegan/hazte vegane” hace creer a la población que les activistas veganes estamos intentando forzar a otras personas a adoptar una dieta determinada. Aunque el mensaje parta de un posicionamiento ético, el encuadre ya está decidido de antemano: el mensaje no pone en el centro a los animales no humanos, sino a los seres humanos que deciden o no ser veganes.
Volviendo al estudio mencionado anteriormente, es muy probable que la respuesta cambiaría con un encuadre diferente. El encuadre de la pregunta es antropocentrista, ya que pone el foco en cómo les humanes se identifican y presenta el problema como un conflicto entre dos grupos de individuos humanos, unos que intentan imponer su dieta y otros que intentan defender su derecho a escoger lo que comen. Si la cuestión partiera de un enfoque no antropocentrista, preguntando si, por ejemplo, matar animales no humanos es o no una opción personal, seguramente el porcentaje disminuiría.
Mensajes como “por el fin del especismo” o “acabemos con la explotación de los animales no humanos” sitúan a los animales no humanos en el centro. Aunque siempre habrá personas que entiendan el mensaje, independientemente de cómo lo presentemos, como un asunto de libertad individual, es importante que lo encuadremos poniendo el foco en los animales no humanos, para así aumentar las posibilidades de que se entienda que dichos animales tienen derechos que están siendo violados.
Inteligencia
No es poco habitual que les activistas antiespecistas se refieran a la inteligencia como uno de los motivos por los que no deberíamos herir a los animales no humanos. Probablemente hayas visto u oído alguna vez que les cerdes son tan inteligentes como les niñes de 4 años o que son más inteligentes que les perres. Este tipo de encuadre tiene dos consecuencias, principalmente:
- La inteligencia es un concepto sumamente antropocentrista, ya que las formas de medirla están sesgadas para favorecer a los seres humanos. Los animales no humanos no evolucionan para ser más “inteligentes” o para acercarse más a la humanidad, sino para adaptarse mejor a sus entornos. Por lo tanto, medir su inteligencia en base a nuestros propios estándares es injusto.
- Este encuadre nos enseña que es correcto valorar las vidas de otros seres en función de su inteligencia percibida. Pero ¿debería ser la inteligencia la medida del valor moral de un individuo? Creemos que no. Si la inteligencia fuera lo que mide el derecho a consideración moral de un individuo, muchos animales no humanos se verían excluidos de la comunidad moral por ser percibidos como menos inteligentes: gallinas, insectos, peces… Esto lo único que consigue es desplazar la carga del especismo de unas especies a otras. El mensaje que transmitamos debe dejar claro que la sintiencia, es decir, la capacidad de experimentar el mundo y tener intereses, es lo que otorga derecho a consideración moral a un individuo, no su inteligencia.
Extinción
De vez en cuando surge el tema de la extinción de especies en los debates acerca de los derechos de los animales no humanos. Desde una perspectiva antiespecista, realmente no hay ningún motivo para centrarnos en la extinción de las especies. De hecho, puede contribuir a ensombrecer nuestro mensaje. El discurso de la “preservación de las especies” en muchas ocasiones perpetúa el especismo y resulta perjudicial para muchos individuos no humanos.
Como ejemplo, presentaremos el caso de la malvasía cabeciblanca, una especie considerada en peligro de extinción para cuya preservación se han realizado diversos programas de conservación a lo largo de varias décadas. Una de las “amenazas” para esta especie es la malvasía canela, ya que los cruces entre estas dos especies resultan en híbridos que pierden el color blanco característico de las malvasías cabeciblancas.
Existen varias guías que explican con detalle cómo diferenciar a estas dos especies, prácticamente idénticas, con el objetivo de asesinar inmediatamente a las malvasías canela. Creo que esto resalta los peligros de centrarnos en las especies. A les humanes se nos ha enseñado a percibir a los animales no humanos como unidades biológicas que necesitan ser clasificadas, y que su clasificación (arbitraria) decide si ese individuo debe vivir o morir. Las malvasías cabeciblancas son nativas europeas, mientras que las malvasías canela pertenecen a una especie “invasora”. Este concepto, “especie invasora”, ha sido creado por los seres humanos para denigrar a individuos pertenecientes a especies “problemáticas” para nosotros. Es una categorización utilizada de forma peyorativa para justificar su asesinato. Las iniciativas de asesinato masivo de especies “invasoras” suelen defenderse alegando que solo buscan proteger el medio ambiente. Sin embargo, en este caso se hace simplemente por la preservación de una especie por motivos estéticos.
Una especie no puede tener intereses o preferencias. Solamente los individuos pueden tenerlos. La pertenencia a una especie no es un factor relevante moralmente: ningún individuo es intrínsecamente más valioso por formar parte de una especie concreta, independientemente del número de miembros que tenga dicha especie.
Resumiendo, no es justificable violar los derechos de ningún individuo para preservar a ninguna especie. Cuando nuestro mensaje se centra en la preservación de especies en peligro de extinción, estamos transmitiendo que los demás animales no son individuos con derechos que merecen ser respetados.
¿Sin voz o silenciados?*
Es probable que, si formas parte del movimiento antiespecista, hayas oído alguna vez frases como “sé la voz de los que no tienen voz”. Sin embargo, esto es falso: los animales no humanos no carecen de voz. Las vacas braman cuando sus crías son secuestradas, les cerdes gritan cuando son introducides en cámaras de gas, los peces se sirven de vibraciones y aleteos para comunicarse entre ellos, los pájaros cantan, los gatos y las gallinas ronronean cuando están contentes… aunque estas formas de comunicarse no sean a lo que tradicionalmente llamamos “voces”, es importante que reconozcamos la legitimidad de la comunicación no verbal y de la comunicación más allá de la especie humana.
Relegar a los animales no humanos a la categoría de “seres sin voz” invisibiliza su indiviualidad y agencia, además de oscurecer el hecho de que son individuos cuyos intereses se comunican entre ellos y hacia nosotres. Los animales no humanos sí tienen voz, el problema es que les humanes no les escuchamos.
Como aliades de los demás animales en su lucha por la liberación, es importante que resaltemos las formas en las que utilizan sus voces para protestar y resistir su explotación. Esto sitúa el foco en los animales no humanos y los presenta como participantes activos de su propio movimiento.
“Los demás animales comunican constantemente sus preferencias y piden libertad. Nos hablan todos los días, cuando gritan de dolor o se alejan de nuestras picas, electrodos, cuchillos y pistolas paralizantes”. Sunaura Taylor, Beasts of Burden.
Cuando afirmamos que los demás animales carecen de voz, nos situamos en el centro de un movimiento que no nos pertenece. Los seres humanos no somos más que aliados en la lucha por la liberación de los animales no humanos. Declararnos “la voz de los sin voz” implica que son nuestras voces las que deben ser escuchadas, relegando a los animales no humanos a los márgenes de su propio movimiento. Nuestro papel, por el contrario, es amplificar sus voces y, para lograrlo, el primer paso es reconocer que las tienen, cosa que no podremos lograr si utilizamos un encuadre que refuerce constantemente la idea de que carecen de ella.
Muches activistas argumentan que no es algo que deba entenderse de forma literal, sino en un sentido político o social. Aun así, si lo que queremos transmitir es a idea de que sus voces no están reconocidas política o socialmente, deberíamos utilizar la palabra “silenciades”. De esta manera comunicamos su carencia de voz política o social al mismo tiempo que reconocemos que sí que poseen sus propias voces.
“No existe nadie ‘sin voz’. Existen les deliberadamente silenciades o les que preferiríamos no oír”. Arundhati Roy
*Agradecimientos a Amanda Houdeschell y su artículo You aren’t the voice for the voiceless en Species Revolution. Por favor, lee el artículo y apoya a Species Revolution y su poderoso activismo antiespecista.
Comparar animales no humanos con comida
Dentro del movimiento animalista/antiespecista es habitual comparar los cuerpos de los animales no humanos con productos alimentarios. Esto suele hacerse a través de cuadros en los que, a un lado, encontramos alimentos vegetales junto con sus características nutricionales e impacto medioambiental y, al otro lado, cuerpos de animales no humanos junto a la misma información.
Cuando compartimos estos cuadros lo hacemos con la esperanza de que otras personas se den cuenta de los beneficios medioambientales y de salud de las dietas vegetales, así como para ayudar a desmentir el mito de que dichas dietas carecen de ciertos nutrientes o arrojar luz sobre los problemas medioambientales que produce la ganadería industrial. Sin embargo, estas comparaciones tienen ciertas consecuencias involuntarias sobre los animales no humanos.
Un problema del que estos cuadros no pueden escapar es la comparación explícita entre ambas partes. Esta comparación perpetúa la percepción de que los cuerpos de los demás animales son comida. Los cuadros nos preguntan “cuál de estos alimentos es mejor para nuestra salud o para el medio ambiente”, dejando al margen que los cuerpos de los animales no humanos no son comida, sino el cuerpo de un individuo que no quería morir.
Aunque hipotéticamente pudieran ser efectivos y quizá haya ciertas personas que decidan consumir legumbres en lugar de carne, lo que estas personas estarían haciendo en ese caso sería escoger un producto en lugar de otro. Lo que debemos dejar claro es que, al contrario de lo que dicta el paradigma actual, los cuerpos de los animales no humanos no son productos. Los animales no humanos son individuos esclavizados merecedores de libertad con independencia de cómo afectaría su liberación a la salud humana o al medio ambiente. Al utilizar estos cuadros insinuamos que la comparación es válida. Nos arriesgamos a implicar que la legitimidad del consumo de cuerpos o secreciones de animales no humanos depende de la cantidad de agua utilizada o de la cantidad de nutrientes que poseen. Desde un punto de vista antiespecista no hay comparación posible. Los animales no humanos no son productos, y este tipo de cuadros no son efectivos a la hora de comunicar esta idea. Haciendo esta comparación validamos y legitimamos un paradigma en el que los cuerpos de los animales no humanos son percibidos como propiedades.
Los animales no humanos como culpables del cambio climático
El informe de las Naciones Unidas Livestock’s Long Shadow: Environmental Issues and Options (2006), que afirma que la industria ganadera emite más gases de efecto invernadero que la industria del transporte en su totalidad; el estudio del Worldwatch Institute Livestock and Climate Change: What if the key actors in climate change are cows, pigs and chickens (2009), que atribuye a la ganadería el 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero; y la película Cowspiracy (2014) han contribuido enormemente a que el público sea capaz de conectar la crisis climática con la ganadería industrial. Asimismo, el auge de Extinction Rebellion o los recientes incendios en el Amazonas, entre otros factores, han generado innumerables titulares y han contribuido a convertir el cambio climático en un tema habitual del discurso público.
Esta situación ha dado lugar a que les defensores del veganismo incluyan en su discurso las consecuencias negativas de la ganadería industrial en el medio ambiente, corriendo el riesgo de encontrarse con los problemas particulares de este tipo de encuadre, como dar a entender que los animales no humanos, más que individuos víctimas del especismo, son ineficiencias de nuestro sistema alimentario. Veamos algunos ejemplos.
En esta imagen vemos una serie de seres humanos enumerando todos los problemas que, supuestamente, causa la explotación de los demás animales. El daño que dicha explotación causa a los propios animales no humanos, sin embargo, brilla por su ausencia. En su lugar, aparece una vaca representada como la raíz del problema. La erradicación de las vacas es presentada como una forma de solucionar el problema y salvar a la humanidad.
En la siguiente imagen se representan los cuerpos de tres animales no humanos fragmentados y objetificados, cada pieza etiquetada con uno de los problemas que estos animales no humanos supuestamente causan. La imagen no transmite el mensaje de que todos los animales son individuos con nombres, personalidades o intereses propios, sino que comunica que son la causa de uno o más problemas.
Otras imágenes llegan a catalogar a los animales no humanos como “fábricas de metano”. Esto elimina su individualidad y los reduce a objetos o recursos ineficientes. Hay imágenes que sitúan a los animales no humanos junto a chimeneas que emiten gases contaminantes, implicando que son equivalentes. También hay imágenes que combinan ambos elementos, lo que no deja ninguna duda de que este tipo de discurso atribuye la contaminación a la existencia de dichos animales.
El peligro de este discurso es que puede provocar que muchas personas perciban a los animales no humanos como culpables del cambio climático, en lugar de como individuos oprimidos por la supremacía humana. Estas imágenes presentan a los animales no humanos como ineficiencias, como recursos que no son lo suficientemente efectivos a la hora de producir alimentos para los seres humanos de forma sostenible. Pesentan a los animales no humanos como objetos cuya existencia no es algo que haya que respetar, sino algo a lo que debemos oponernos, ya que causa diversos problemas medioambientales. Lo que estas imágenes transmiten es que la abolición de la explotación animal no debe perseguirse buscando la liberación animal y el fin del especismo, sino simplemente por encontrar una forma de utilizar nuestros recursos de una forma más eficiente. Asocian a los animales no humanos a cualidades negativas, equiparándolos a la contaminación y degradación del medio ambiente y categorizándolos como “fábricas vivientes”.
Es importante que tengamos cuidado de no presentar a los animales no humanos como culpables del cambio climático, sino sino como víctimas de la supremacía humana.